El buen diseño es obvio. El gran diseño es transparente. (Joe Sparano).
A la hora de lanzarse a una aventura emprendedora y decidir, en ocasiones después de miles de vueltas y haber hecho más números que John Nash, convertirse en uno de estos nuevos valientes “buscadores de oro de Alaska” del siglo XXI, hay que ser conscientes de la importancia que supone una estética atractiva al presentar nuestro producto o servicio al mundo. Una buena marca, constituida por un buen nombre y un buen logo, va precedida de un buen estudio y un buen trabajo creativo. Una empresa debe cuidar su imagen porque, queramos o no, la imagen siempre cuenta.
Todos los que vivimos los años 80 y 90, recordamos aquel momento en el que nos mostraban a Cobi como el gran esperpento del siglo XX y la vergüenza del orgullo patrio por presentarnos al mundo con una mascota completamente amorfa. Sin embargo, el tiempo pone a los genios en su lugar y finalmente se demostró que Cobi no era sólo una mascota atemporal, absolutamente visual y amable, si no que se ha convertido en la más rentable económicamente de la historia de los JJOO. ¿Y su autor? ¿Qué fue de él? Muchos creíamos que Mariscal era el diseñador catalán por excelencia, aunque nuca fue así.
La siempre todocreativa Coca-Cola realizó esta acción en Dinamarca, para concienciar a los espectadores de lo molesto que es que te sorban en el cine, o que te den la película al ritmo incesante de las palomitas. “Por favor, mantén silencio durante la película. No es lo mismo contigo dentro de ella”.
Las páginas webs, por mucho que nos duela, son como las cebollas… se terminan pudriendo y huelen. Quiero decir, que cómo decía el anuncio de los diamantes, una web no es para siempre.
